Empanadas y roscones al estilo de Caldas en Buenos Aires

Las populares empanadas, de trigo o maíz, son un plato que en Galicia no puede nunca faltar en ninguna fiesta. Las empanadas admiten de todo, carne o pescado; las hay de pollo, de zorza o raxo, de atún, de bacalao, de sardiñas o xoubas, de lamprea, troitas, anguilas, berberechos, etc..

Las empanadas hechas en Caldas han gozado históricamente de justa fama en toda la región gallega, al igual que todos los productos derivados de la harina que en esta villa se elaboran, como son las distintas clases de pan (molletes, fanchucos y cornechos, etc.) y los sabrosos roscones, todo ello como derivación de los muchos molinos harineros establecidos durante siglos en las orillas del rio Umia que baña la villa termal.

Empanada preparada en el horno de Álvaro

Son muchos los gastrónomos que han saboreado y alabado las exquisitas empanadas de Caldas. “As millores empanadas de lamprea, pra mín, son as que se xantan en Caldas de Reis”, sentenció Álvaro Cunqueiro.

Otro de los productos típicos, del que disfrutan los caldenses y todo el que lo desea, que por allí se acerque, son los citados roscones, respecto de los que el periodista Borobó escribió en uno de sus célebres Anacos:

“Los panaderos caldenses no fabrican roscas, sino roscones. El roscón es la idea confitada más extraña y sabrosa que ha salido de un horno. Con sus cuatro brazos o piernas, recuerda lejanamente a un cuadrumano. Tal vez tenga un origen antropomórfico, y siendo en principio la figura de un niño, evolucionó hasta alcanzar la forma actual. Si no fuera tan dulce el roscón, habría alguien capaz de suponerle un origen trágico, fruto de la fúnebre fantasía de un panadero del siglo XVII … más nadie tiene derecho, aunque lo demostrase documentalmente, a estropear la gloriosa dulzura del roscón”.

El tradicional roscón de Caldas

La firma Amado y Cía tuvo la idea de que los bonaerenses, entre ellos los muchos hijos de Galicia allí afincados, pudieran degustar en aquella capital las deliciosas empanadas y los apetitosos roscones característicos de la villa.

El periódico “El Correo de Galicia”, órgano de la colectividad gallega en Buenos Aires, anunció, el 3 de julio de 1927, que bajo el nombre “La Gallega” se acababa de establecer en la calle Asamblea nº 344 y 346 de la capital argentina una fábrica de roscones y empanadas cuya preparación se iba a realizar al estilo de Caldas de Reis .

La elaboración, según expresaron los dueños de la mencionada fábrica, se haría exactamente como en Galicia, para lo cual se había traído personal técnico de Caldas de Reis (Pontevedra), especializado y con experiencia en la preparación de estos productos, lo que haría que se consiguiera la mayor perfección en el resultado a obtener.

El roscón especialmente -se explicó-, que es algo peculiar de la citada villa caldense es un postre o pan de fiesta de exquisito gusto y alta alimentación, en cuya preparación intervienen, en su forma más pura, sustancias nutritivas, tales como huevo, manteca, azúcar y harina, todo de la mejor calidad; sometiéndose la masa a varios procesos de traqueteo y luego reposo, con otros procedimientos más hasta conseguir el punto de eficiencia necesario que es menester advertir en las distintas fases que tiene el producto, sin lo cual se le malograría y no se conseguiría su verdadero objeto.

Por la forma en que concibe -se añadía- el roscón es único en su clase: sus principales características son su corteza, un prodigio, y su miga que se desprende fácilmente, suave, delicada y apetitosa. Tiene una fragancia riquísima y de una persistencia que llama poderosamente la atención a quienes ya lo conocen.

Con todas estas buenas cualidades se recomendaba el producto como alimento poderosísimo, sano y perfectamente digestivo, muy especial para personas anémicas, convalecientes y enfermos del estómago (con esta última apreciación no sé si estarían de acuerdo los médicos de hoy día); siendo una verdadera golosina para chicos y mayores.

Las empanadas -se continuaba en el diario-, con una masa con manteca preparada a tal objeto, se harán de lomo de cerdo y aves (pollos y pichones de paloma) para cuatro personas, y estarán perfectamente acondicionadas, siendo muy posible que se hagan individuales.

La fábrica se comprometió a elaborar estos alimentos todos los días, de forma que el público pudiera consumirlo siempre fresco. Los productos “La Gallega”, tal era su sello de garantía, se vendieron a precios módicos preferentemente en los buenos establecimientos, rotiserías, confiterías, restaurantes y lecherías, además de ser directamente envíados por la fábrica, libre de todo gasto, al domicilio de quienes lo solicitaran.

En la actualidad, en el mismo número de la calle en que se domicilió en Buenos Aires la fábrica “La Gallega”, hay una panadería, desconociéndose si en ella se siguen elaborando las empanadas y roscones al modo caldense. De todas maneras, no me cabe duda que en la capital argentina habrá naturales y oriundos de Caldas que conozcan bien la receta de estos típicos productos, por lo que habrá afortunados al otro lado del charco, que podrán continuar saboreándolos.

Empanada representada en el Palacio Arzobispal de Santiago de Compostela

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